En el primer Investor Day de este año, celebrado el 1 de marzo, Tesla anunció sus planes de construir una nueva gran Gigafactoría en México, en un terreno de 4.200 hectáreas en Monterrey, a unos 200 kilómetros al sur de la frontera entre México y Estados Unidos. Una de las principales razones por las que Tesla eligió México es por la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), que ofrece incentivos para que los fabricantes de automóviles produzcan sus vehículos en América del Norte, cuya definición incluye a Estados Unidos, Canadá, Puerto Rico y México. Esto se aplica tanto al ensamblaje final de los vehículos como a la producción de piezas.
Para asegurarse de poder aprovechar estos incentivos, Tesla trabajó con sus proveedores chinos desde el principio para asegurarse de que establecieran sus propias fábricas en México para apoyar la Gigafactory. Según fuentes dentro de la cadena de suministro china que hablaron con el medio Late Post, Tesla ahora les está diciendo a sus socios que deberían estar listos para suministrar a Gigafactory México en el primer trimestre de 2025, unos seis meses más tarde de lo planeado originalmente. Todavía no hay señales de que la construcción vaya a comenzar.
La razón que Tesla ha dado supuestamente para el retraso es que la construcción de la fábrica en México está resultando más difícil de lo esperado. Sin embargo, entre los obstáculos logísticos también figuran unos gastos de capital más elevados de lo previsto, unos costes de mano de obra más altos y unas infraestructuras existentes más deficientes. El coste de la fábrica se estima en 10.000 millones de dólares. Tesla pretendía copiar el eficiente modelo de cadena de suministro de Giga Shanghai, donde más del 95 % de los componentes se adquieren localmente.
Una vez que la fábrica esté operativa, se fabricará allí la próxima generación de la plataforma de vehículos de Tesla, cuya producción será significativamente más barata y, por tanto, se venderá a un precio inferior al de los vehículos Tesla actuales.